Duración: 8,5-9 horas
Desde San Nicolás de Bujaruelo y siguiendo el curso del río Ara hasta su nacimiento en las cercanías del Collado de los Mulos, se puede llevar a cabo una ruta llena de alicientes en todos los aspectos imaginables.
Dos son las posibilidades, dependiendo si se escoge el antiguo camino de acceso, orilla izquierda, o la pista, orilla derecha.
Ambas son posibles al estar la pista cerrada al tránsito, salvo para acceder los ganaderos a los puertos o los forestales en sus labores de vigilancia, lo cual evita el polvo y el ruido habituales en los 8 kilómetros precedentes –Puente de los Navarros-San Nicolás de Bujaruelo-. No obstante, se recomienda dejar la pista para acceder a Otal, otro itinerario posible desde San Nicolás.
Atravesando el puente y dejado a la derecha el camino que asciende a Bujaruelo/Gavarnie, tomar el sendero que discurre paralelo al río Ara -pasar una casa- mata militar construida después de la Guerra Civil y camuflada entre bojes mientras divisa toda la abertura norte del valle del Ara -por praderas, arbustos, algún serbal y bojes.
La senda casi llanea hasta llegar a las proximidades del puente de Oncins, de fabricación simple y muy reciente -años 40 o 50-. En este lugar se puede llevar a cabo una parada para observar uno de los factores que más inciden en la erosión. La situación de la ladera en un valle; es decir, su condición de norte o sur, pues condiciona la vegetación y, por tanto, su evolución posterior.
Observar ambas laderas y sus diferencias. Los árboles -hayas, pinos y abetos- se encuentran al norte, donde hay mayor humedad. Antes de continuar el ascenso observar también la barranquera excavada, entre vegetación dispar según el piso, el Barranco de La Pazosa (25 minutos).
Enlazar con la pista que atraviesa el puente de Oncins y encarar la prolongada pendiente hasta alcanzar la altura que salva el desfiladero del Ara (1.5 km de camino), después de recibir las aguas del río Otal -desciende mediante una cascada continua y espumosa o una sucesión de gradas con unos 200 metros de desnivel-. Durante la subida llaman poderosamente la atención las enormes matas de belladona, de gran tradición en las historias de brujería. Por su especial belleza y abundancia resalta el colorido en los meses de verano de Iris martagon.
Panorámica impresionante sobre el valle y muy excepcional para observar la morfología del mismo, así como el descenso y mordisqueo llevado a cabo por el río Otal en la vertiente de enfrente. Al fondo, cimas como Fenez (2541 msnm), Otal (2705 msnm) y Ordiso 2319 msnm; a los pies, la magnífica visión del cañón grabado por el Ara y detrás el roquedo, siempre revoloteado por vencejos (Apus apus) a poca altura o el avistamiento de alguna rapaz en los bosques aledaños (45 minutos).
El río encajonado (otro kilómetro largo de camino) va recogiendo aguas de algunos barrancos que, a veces, salvan el desnivel mediante breves cascadas. Mientras se asciende, en las laderas de la pista, abundan hayas, abetos, pinos y bastantes frutos silvestres -márgenes de la pista y zonas abiertas por pequeñas talas-. Y, de tanto en tanto, grandes bloques de granito, lamidos y erosionados de una manera especial que denuncia la existencia en la zona de glaciares en épocas pretéritas.
Realizada la mitad de la ascensión por esta pista y antes de topar con una cascada de gran desnivel pero no de mucho caudal descendiendo desde las laderas de Bernatuara -presencia de tritones, observándose perfectamente en el momento de su apareamiento- donde existen, por encima de la pista, importantes y muy visibles materiales morrénicos y bloque de granito, desplazarse hasta un puente colgante que permite pasar a la orilla opuesta.
Desde aquí, en una pendiente dura pero no calurosa por lo tupido de la vegetación, arranca una senda que, en lazadas sucesivas corona las crestas que dan al Valle de Otal o, tomando la dirección contraria, ladeando éstas, lleva también hasta el Valle de Ordiso. Se trata de un camino tranquilo, solo difícil en los trechos superiores. Asimismo desde el puente colgante se puede observar no sólo la composición del bosque aledaño, sino el cañón que en este trecho ha horadado la fuerza de unas aguas muy bravías. Es peligroso acercarse al cauce.
Conforme se asciende -colorido de los lirios en los márgenes entre pequeños pastizales y bojes- el encajonamiento va perdiendo profundidad hasta llegar a la caseta pastoril ubicada en las proximidades de la confluencia del Ara y el Ordiso (1 hora y 30 minutas), donde acaba la pista. El tascal se impone sobre la vegetación (1580 metros de altitud) y el camino se divide, bien hacia el valle de Ordiso o bien hacia Cerbillonar-Batanes-Puerto de los Mulos.
El camino se asendera en dirección al nacimiento del Ara, el valle se abre a trechos y muestra su morfología glaciar, algo retocada por el modelado fluvial que ha impuesto a lo largo del tiempo el río Ara, ayudado por el caudal que aportan afluentes y torrentes que, a derecha e izquierda, vierten en él sus aguas: Ordiso, Vilá, Panoblé, Espelunz, Lavaza, Cerbillonar y Batanes.
El primer tramo del sendero asciende por la ladera, entre pedreguera y tascal, hasta superar un fuerte repecho que acaba en un tozal, excelente mirador en todas las direcciones, especialmente al Noreste (8 kilómetros) y al sur, confluencia Ordiso/Ara. También se avistan crestas como Viñamala, Cerbillonar, Pico Vilá, Bramatuero…que se acercan o pasan los 3000 metros de altura.
Desde aquí la senda desciende y ladea por el tascal hasta iniciar una nueva subida que acaba en otro enriscado altozano y que se atraviesa con la ayuda de una barandilla, parapeto y quitamiedos sobre una cortada (3 horas y 30 minutos). En sus proximidades, una mancha boscosa, de pino negro, pone una nota oscura en el verdeamarillo del pastizal.
A partir de este bosquecillo, el valle se ensancha y va ganando altura hasta los 1800 msnm del refugio de los Batanes (4 horas y 45 minutos) y desde éste, una especie de rinconada formando el circo del valle, al pie del Puerto de los Mulos (6 horas), restando todavía el ascenso hasta el collado (2750 mts) con la posibilidad de pasar a Francia.
A lo largo de este recorrido, conviene hacer algunos descansos y aprovechar para observar la panorámica y fijar en la retina determinados aspectos de gran importancia geológica. Por ejemplo, en el barranco del Pis, a la derecha y muy cerca del camino, las enormes calizas cristalinas, incipientemente marmóreas, y el pequeño lapiaz -superficie corroída y acanalada- formado sobre ellas.
En el barranco de Panoblé, excelentes ejemplares de pizarras mosqueadas y de pizarras con grandes cristales de andalucita. También en la margen derecha del río, cuando se produce la confluencia con el Barranco de Espelunz, se puede observar una morrena lateral y otra más que retrasa tal confluencia. Para diferenciar las morrenas de los coluviones, es preciso detenerse a mirar la litología de ambas: los coluviones se caracterizan por la acumulación de fragmentos de roca -esquistos, calcoesquistos, pizarras con andalucita… en este caso concreto-, mientras que las morrenas se caracterizan por los grandes bloques de granito que han sido arrastrados desde otras zonas y después depositados en tal punto por las antiguas lenguas de hielo, hoy desaparecidas. Finalmente, se pueden observar los ibones existentes en estas cumbres, en especial, en la confluencia con el Valle de Tena.
En la actualidad estamos en un periodo interglaciar, en el que las nieves sufren una regresión y por ello los grandes glaciares están disminuyendo. No obstante, queda constancia de su existencia en los restos de hondonadas excavadas durante el deslizamiento de estos en épocas pasadas y son realidad en las zonas altas bien en los ibones o con su presencia. En esta zona, la extensión aproximada del fenómeno glaciar se cifra en torno a 142 hectáreas.
A pesar de que Bujaruelo está formado por yacimientos paleozóicos, frecuentes en sulfuros metálicos, no existen en la cantidad e importancia necesarias para ser explotados.
El desnivel sobrepasa los mil metros. Los 1338 msnm de San Nicolás de Bujaruelo, se convierten en 2400 en el nacimiento del río y en 2720 en el Collado del Puerto de los Mulos.
El regreso debe hacerse por el mismo camino. No obstante, desde la zona más alta del río Ara, a través del Barranco de Espelunz, se puede acceder al Balneario de Panticosa y a Brazato en el Valle de Tena. También subir hasta los ibones de Bramatuero y Bachimaña.
Si acabada la pista, en lugar de tomar la senda que ladea para realizar el recorrido precedente, se desciende al cauce del Ara, se podrá llevar a cabo otro interesante recorrido: Ordiso.
Salvar un acusado y fuerte repecho mientras se va observando el bello hayedo ubicado en la margen derecha del Ordiso; pasar una pequeña planicie de cardos y enfilar -el río Ordiso como compañero a la izquierda mientras se asciende- la ya suave pendiente hasta la caseta pastoril de Ordiso (55 minutos). Desde ella, dos opciones:
- tomar el tascal en línea recta y, en dirección al Valle de Otal, la abrupta pero accesible pendiente hasta coronar el collado de Ordiso, por encima de la Faja Basarán (1 hora y 50 minutos): magnífica perspectiva sobre el Valle de Otal, al fondo, el Collado de Bujaruelo, Tallón, La Brecha y la Falsa Brecha, en la lejanía, Gabietos…o sierra Tendeñera en su cara noreste. Desde aquí, recorriendo las cimas paralelamente a la Faja Basarán, se llega a la divisoria que permite ver el Valle de Tena (Collado de Tendeñera, 2400 msnm). Durante el ascenso, grandes repechos y la dificultad del tascal. Seguir el camino en dirección entre Pico Ferreras o Pico Mallaruego y Picos de Asnerillo (2345 msnm), dejando de lado la cascada que desciende del lado norte.
- Ascender hasta el enorme arco natural -¿antigua surgencia?- y, además de esta maravilla geológica, observar al completo la morfología del Valle de Ordiso y sus respectivos y superpuestos modelados glaciar y fluvial. Seguir avanzando hasta alcanzar las crestas del puerto -posible avistamiento de sarrios en las laderas, alguna marmota- hasta llegar a la altura de un pequeño ibón que deja observar su también diminuta, pero perfecta, morrena y el modelado glaciar (2 horas). Durante el ascenso observar el riachuelo que surge desde este ibón que deja observar el riachuelo que surge desde el ibón y fijarse de qué manera salva el desnivel, sus sucesivas cascadas o rápidos deslizamientos por las acanaladuras excavadas entre el tascal. La operación puede repetirse durante el descenso. Para caminantes curtidos, aconsejable por estar muy claro el camino.
No obstante también se puede regresar por el valle de Otal, tras descender a la Faja Basarán y tomar el camino que le comunica con el fondo del Valle de Otal. Asimismo, cruzando la divisoria, se puede llegar hasta Panticosa, en el Valle de Tena. Las dos últimas propuestas son para personas experimentadas en recorridos de montaña. Proveerse de agua y de los pertinentes mapas.
Época recomendada: verano, especialmente por el colorido de las praderas, salpicadas de flores (maravillosa la corona del rey en verano) y en contraste con el color oscuro, gris o parduzco de las rocas. Té de roca. Algún águila, buitres y treparriscos (Tichodroma muraria). Junto al río collalbas. También alguna marmota.